lunes, 16 de agosto de 2010

Comentario de Carlos Seijas del Libro de Jody Garcia

Cuando siento, siento en verde, siento-te: un romance sonámbulamente verde.

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas(…)
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga
Federico García Lorca
Romance Sonámbulo


El encuentro con quien ejerce el estatuto de creador, de dador de vida a través de la palabra, acerca al humano a su dimensión sublime. Acercarse a la obra de la artista Jody García abre la experiencia a una sonora coloridad. Las muchas facetas de la luna llamada Jody en sus infinitos verdes. Verde como el agua clara, la opera prima de esta talentosa creadora, explora el gozo de la tristeza, la tristeza que goza, de la mutación de las pasiones, en ella, sus otros y su paisaje. El texto que transcurre se convierte en palabra de vida, palabra que en su acto de trasmitir, infunde en cada letra el sentir, la pasión y el deseo de trasformar ese ser una mujer, en La Mujer, la que no existe, la que la cultura niega en aceptar; aquella que encarnada en verde, hace de un color de la bandera del heredero etiope del Rey Salomón , su significante poético: un acto de sublimación.

La sublimación designa un tipo particular de destino pulsional, del que Freud subraya el papel fundamental que desempeña en el dominio cultural, aunque confiesa su fracaso en explicar el mecanismo que opera en este caso. De hecho, si bien las alusiones a la sublimación son frecuentes en su obra, él nunca elaboró el concepto en un tratado específico. Más aún, la definición proporcionada en 1905 en Tres ensayos de teoría sexual nunca sufrió modificaciones esenciales, a pesar de los complementos ulteriores de la obra.

¿Qué significa la sublimación y de qué tradiciones toma Freud el concepto? La sublimación es en primer lugar un movimiento de ascenso o elevación. Freud utiliza una palabra de origen latino, Sublimierung, y no Aujhebung, que designa en Hegel el resorte de la dialéctica, en otras palabras el poder mágico que tiene el espíritu de convertir lo negativo en ser. En latín, la partícula sub no sólo designa una relación de inferioridad, proximidad o sumisión: se la vincula con super, como en griego upo con uper para explicar la idea de desplazamiento hacia lo alto, a la cual remite. Sublimis significa que se va elevando, que se mantiene en el aire. Deriva del adjetivo limus o limis, oblicuo, que mira de costado o de través, que sube en línea oblicua o en pendiente; o bien, de limen, límite, implicando la idea de atravesar un umbral, incluso de transgredir. La asociación casi inevitable con la palabra subliminal, que J. A. Ward introdujo en inglés en el siglo XIX para traducir el título de una obra de J. E Herbart, Unter der Schwelle, sugiere la idea de elementos latentes y, eventualmente, de un resorte oculto de la acción o el pensamiento.

La sublimación recibió sus títulos de nobleza de la alquimia , en la que caracterizaba un cierto tipo de mutación rápida y admirable, como el pasaje del estado sólido al estado gaseoso sin una fase líquida intermedia. Lo propio del cuerpo sublimado es conservar sus propiedades intactas, de modo que la operación aparece en primer lugar como un procedimiento de purificación, que apunta a liberar al cuerpo de sus partes heterogéneas. Toda la ambición de los alquimistas se relacionaba con ingeniosas y prolongadas sublimaciones que debían permitirles descubrir la piedra filosofal, decantar el oro del tiempo y consumar la gran obra. De modo que el término estaba predestinado a una transposición al registro moral.

Opera Magna, Opera Prima, todas en verde, piedra filosofal, oro verde, palabra de naturaleza, de mujer que poetiza, que sublima el paisaje y lo vuelve palabra, que hace de la palabra un grafismo, y del convivir, una correspondencia que hace sentir el palpitar de la naturaleza alquímica. Hablar de naturaleza es hablar de los orígenes, de lo que nos es propio, la tierra como espacio y la naturaleza como entorno nos da los elementos para que nuestra artista con comparta su ser; en palabra Jody: “…Ya encontré una parte de mi alma”: El objeto principal de la vida / no ha de ser la luz, /si no el color. De qué color es Jody García, aquel que ha tenido de adentrarse en el bosque pletórico de vida de Jody tiene la respuesta a la vista: Verde.

La creación de la poesía, consiste en plantear según el modo de sublimación propio del arte, un objeto al que designaría como enloquecedor, un partenaire inhumano, se trata de la Dama exigente de los caballeros, o de la Beatrice inalcanzable de Dante, que funciona como el cráneo en anamorfosis, que hace girar la representación y que asume la función de la cosa. Nos dice Verde: (…)eso soy/ esto que cuelga de la orilla de un cuerpo/ el que camina muerto y se aleja de mi(…).

Lo que Lacan llama en el amor cortés “la vacuola”, el lugar que ocupa la mira de la tendencia en la sublimación, ¿dónde es creada la vacuola para nosotros? En el centro del sistema de los significantes. El vacío no es sólo una función espacial, sino también simbólica. Es del orden de lo real y el arte utiliza lo imaginario para organizar simbólicamente ese real, está entre lo real y el significante. En su pintura de letras en significantes Jody la poeta en verde dice: No creí que hacer el amor / me diera piel de plástico / ni que mis senos /fueran más bellos que mis ojos. Me hace evocar ese poder colorido de García Lorca cuando expresa en su Romance Sonámbulo: Verde que te quiero verde. / Grandes estrellas de escarcha,/ vienen con el pez de sombra/ que abre el camino del alba.

Hölderling se pregunta ¿Para qué un poeta en tiempos de apremio? Interesante interrogación hecha por un poeta que supo darle un destino poético a su padecer. Interrogación que alcanza al psicoanálisis ¿Cómo hacer del sufriente un poeta?, es decir, como darle otro destino al humano padecer, ¿cómo situar las cosas de su mundo en un nuevo orden grato para él? Nos dice Freud, que los mismos poetas nos aseguran que en cada ser humano hay un poeta, y que sólo con el último, morirá el último poeta. Una invitación: (…)al llegar a tierra firme/ lo invito a entrar/ en mi boscosa alma, /para que escuchemos juntos/ por horas, / como nuestro corazón/ casi estalla.

El poeta, crea un mundo fantástico, y lo toma muy en serio, aunque sin dejar de diferenciarlo de la realidad. De esta irrealidad del mundo poético, nacen consecuencias muy importantes para la técnica artística ya que, mucho de lo que siendo real, no podría procurar placer alguno, puede procurarlo como juego de la fantasía, y muchas emociones penosas en sí mismas, pueden convertirse en una fuente de placer, para el auditorio del poeta. Sin duda es el acto poético, mágico en las palabras de Jody que nos evocan esa alquimia de la sublimación alquímica cuando nos introduce en su mundo de Espejo de verdes, En los ojos las ramas, que figuran ventanas: Aunque succione todas la lágrimas del cielo, /Siempre seguirá lloviendo.

¿Cómo consigue un poeta despertar con su creación el placer estético en su auditorio?, es su más íntimo secreto, singular en cada poeta, marcando allí, el rasgo de su estilo. La pintora de la vida, nuestra poeta nos habla de mariposas: Hoy tengo miles y miles/ de mariposas en el corazón,/(hogar de quien sabe/cuantos animales)/pero hoy,/tu voz de primavera/trajo mariposas a/posar en mi interior.

Nos enseña Lacan, que con la ayuda de lo que se llama la escritura poética, podremos tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica, ya que el sentido tapona. En vez de volverse un Río: apuesto que si sigo /el rio me desembocará en mejores días. Un río, una risa, una sonrisa, verde como el agua clara se sublima, se trasmuta en algo que destapa, que arrasa que desboca y lleva consigo el poder de la vida misma, el poder de alquímico de la trasformación, en sí un re-nacer .

Lacan, nos dice que debemos orientarnos por algo del orden de la poesía para intervenir como psicoanalistas. La metáfora y la metonimia, no tienen alcance para la interpretación, sino en tanto son capaces de hacer función de otra cosa para lo cual se unen estrechamente el sonido y el sentido . Es en tanto que una interpretación justa extingue un síntoma, que la verdad se especifica por ser poética. No es del lado de la lógica articulada que hay que sentir el alcance de nuestro decir, y lo primero, sería extinguir la noción de “lo bello”.

Un escritor, es algo extraño. Es una contradicción, y también un sinsentido. Escribir, también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho, porque es imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo, de un libro que se está escribiendo. Jody García, la poeta de la vida, del paisaje de los miles de colores en verde es un libro que aun se está escribiendo y que vuela en su voz y se trasforma como una mariposa en su escritura: tu voz de primavera /trajo mariposas a /posar en mi interior. Implica hacer cuerpo la letra, tal como dice Miguel Oscar Menassa: cuando todo está destruido, la posibilidad es poética. Verde que te quiero verde… siento-te verde, pienso-te verde, quiero-te verde.


Carlos Seijas

Comentario por Juan Calles del Libro de Alejandro Sandoval

Transfigurar, trocar, Cambiar, actos de magia para el alma que nada tienen que ver con los autoengaños de los prestidigitadores de ocasión, sino con auntenticos enunciados poéticos que fueron imágenes, que fueron sueños, que fueron vida y esa es la validez que tienen la vida que encierran y la vida que comparten.
Los primeros versos dejan ver una ruptura, un desapego a las comunes decisiones que tomamos ante el muro de la cotidianidad, la tristeza, la escritura, la decisión de tomar un libro del estante y leer, un desapego a esos protocolos que nos obligan “las buenas costumbres”.
Antes de la primera decena de paginas transfigura un poema a concepto, se lanza en picada y sin parapetos a conceptualizar la poesía, su poesía No importa mi muerte, ni mi vida. /El nombre lo perdí al escribir,/ Tuve que prestar sus letras;/están en cualquiera de mis versos.
La angustia, la caída, el sexo son temas que aparecen constantemente, pero no como obsesiones o filias, sino más bien como herramientas de creación, como lubricante para los versos, para lectores venidos a menos. Dale sonido a mis palabras/ Recuesta el colchón de cabellos/ Sobre mi cuerpo desnudo/ Colorea como solías hacerlo/ Este artilugio luminoso…
Por otra parte, es notable el ejercicio del poeta que escucha la noche y se queda con esos ruidos rondando en las letras. Sin embargo se intuye cierta ingenuidad, cierta inocencia impuesta, aún no ha despertado en medio del charco de su propia sangre, lo que hace de estas imágenes que transfiguran a palabras, un inventario de poesía nueva y limpia de todo cliché, de todo estereotipo de post guerra, lo cual se agradece.
Imágenes transfiguran a palabras, es una colección de momentos contemporaneos, para entender, para ver más allá, para caminar, para leer y descansar en paz, en el sentido más literario de la frase, por supuesto.