Titulo:VERDE COMO EL AGUA CLARA
Autor: Jody Gracía
Ilustración: Julio Samayoa , Fermín Argueta
Diseño Portada: Laura Penados
Origen: Guatemalteco
Estudios: Periodismo en la Universidad San Carlos de Guatemala
Otras publicaciones del autor :
http://www.teprometoanarquia.com/2012/01/17/en-el-regazo-de-los-dias-solitarios-la-humedad-de-los-ensuenos-nos-obliga-a-abanicarnos-mientras-florecen-frondosos-los-bosques-azules/
Sobre esta obra.
Cuando siento, siento en verde, siento-te: un romance sonámbulamente
verde.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas(…)
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga
Federico García Lorca
Romance Sonámbulo
El
encuentro con quien ejerce el estatuto de creador, de dador de vida a través de
la palabra, acerca al humano a su dimensión sublime. Acercarse a la obra de la
artista Jody García abre la experiencia a una sonora coloridad. Las muchas
facetas de la luna llamada Jody en sus infinitos verdes. Verde
como el agua clara, la opera prima de esta talentosa creadora, explora el
gozo de la tristeza, la tristeza que goza, de la mutación de las pasiones, en
ella, sus otros y su paisaje. El texto que transcurre se convierte en palabra
de vida, palabra que en su acto de trasmitir, infunde en cada letra el sentir,
la pasión y el deseo de trasformar ese ser una mujer, en LA Mujer , la que no existe, la
que la cultura niega en aceptar; aquella que encarnada en verde, hace de un
color de la bandera del heredero etiope[1]
del Rey Salomón[2], su
significante poético: un acto de sublimación.
La
sublimación designa un tipo particular de destino pulsional, del que Freud
subraya el papel fundamental que desempeña en el dominio cultural, aunque
confiesa su fracaso en explicar el mecanismo que opera en este caso. De hecho,
si bien las alusiones a la sublimación son frecuentes en su obra, él nunca
elaboró el concepto en un tratado específico. Más aún, la definición
proporcionada en 1905 en Tres ensayos de
teoría sexual nunca sufrió modificaciones esenciales, a pesar de los
complementos ulteriores de la obra.
¿Qué
significa la sublimación y de qué tradiciones toma Freud el concepto? La
sublimación es en primer lugar un movimiento de ascenso o elevación. Freud
utiliza una palabra de origen latino, Sublimierung,
y no Aujhebung, que designa en Hegel
el resorte de la dialéctica, en otras palabras el poder mágico que tiene el espíritu de convertir lo negativo en ser. En latín, la partícula sub no sólo
designa una relación de inferioridad, proximidad o sumisión: se la vincula con super, como en griego upo con uper para explicar la idea de desplazamiento hacia lo alto, a la
cual remite. Sublimis significa que se va
elevando, que se mantiene en el aire. Deriva del adjetivo limus o limis, oblicuo, que mira de costado o de través, que sube en línea
oblicua o en pendiente; o bien, de limen,
límite, implicando la idea de atravesar un umbral, incluso de transgredir. La
asociación casi inevitable con la palabra subliminal,
que J. A. Ward introdujo en inglés en el siglo XIX para traducir el título de
una obra de J. E Herbart, Unter der
Schwelle, sugiere la idea de elementos latentes y, eventualmente, de un
resorte oculto de la acción o el pensamiento.
La
sublimación recibió sus títulos de nobleza de la alquimia[3],
en la que caracterizaba un cierto tipo de mutación rápida y admirable, como el
pasaje del estado sólido al estado gaseoso sin una fase líquida intermedia. Lo
propio del cuerpo sublimado es conservar sus propiedades intactas, de modo que
la operación aparece en primer lugar como un procedimiento de purificación, que
apunta a liberar al cuerpo de sus partes heterogéneas. Toda la ambición de los
alquimistas se relacionaba con ingeniosas y prolongadas sublimaciones que
debían permitirles descubrir la piedra
filosofal, decantar el oro del tiempo
y consumar la gran obra. De modo que el término estaba predestinado a una
transposición al registro moral.
Opera
Magna, Opera Prima, todas en verde, piedra filosofal, oro verde, palabra de
naturaleza, de mujer que poetiza, que sublima el paisaje y lo vuelve palabra,
que hace de la palabra un grafismo, y del convivir, una correspondencia que
hace sentir el palpitar de la naturaleza alquímica. Hablar de naturaleza es hablar
de los orígenes, de lo que nos es propio, la tierra como espacio y la
naturaleza como entorno nos da los elementos para que nuestra artista con
comparta su ser; en palabra Jody: “…Ya encontré una parte de mi alma”: El objeto
principal de la vida / no ha de ser la luz, /si no el color. De qué color
es Jody García, aquel que ha tenido de adentrarse en el bosque pletórico de
vida de Jody tiene la respuesta a la vista: Verde.
La
creación de la poesía, consiste en plantear
según el modo de sublimación propio del arte, un objeto al que
designaría como enloquecedor, un partenaire inhumano, se trata de la Dama
exigente de los caballeros, o de la Beatrice inalcanzable de Dante, que
funciona como el cráneo en anamorfosis, que hace girar la representación y que
asume la función de la cosa. Nos dice Verde: (…)eso soy/ esto que cuelga de la orilla de un cuerpo/ el que camina
muerto y se aleja de mi(…).
Lo
que Lacan llama en el amor cortés “la vacuola”, el lugar que ocupa la mira de
la tendencia en la sublimación, ¿dónde es creada la vacuola para nosotros? En
el centro del sistema de los significantes. El vacío no es sólo una función
espacial, sino también simbólica. Es del orden de lo real y el arte utiliza lo
imaginario para organizar simbólicamente ese real, está entre lo real y el
significante. En su pintura de letras en significantes Jody la poeta en verde
dice: No creí que hacer el amor / me
diera piel de plástico / ni que mis senos /fueran más bellos que mis ojos.
Me hace evocar ese poder colorido de García Lorca cuando expresa en su Romance Sonámbulo: Verde que te quiero verde. / Grandes estrellas de escarcha,/ vienen con
el pez de sombra/ que abre el camino del alba.
Hölderling
se pregunta ¿Para qué un poeta en tiempos de apremio? Interesante interrogación
hecha por un poeta que supo darle un destino poético a su padecer.
Interrogación que alcanza al psicoanálisis ¿Cómo hacer del sufriente un poeta?,
es decir, como darle otro destino al humano padecer, ¿cómo situar las cosas de
su mundo en un nuevo orden grato para él? Nos dice Freud, que los mismos poetas
nos aseguran que en cada ser humano hay un poeta, y que sólo con el último,
morirá el último poeta. Una invitación: (…)al
llegar a tierra firme/ lo invito a entrar/ en mi boscosa alma, /para que
escuchemos juntos/ por horas, / como nuestro corazón/ casi estalla.
El
poeta, crea un mundo fantástico, y lo toma muy en serio, aunque sin dejar de
diferenciarlo de la realidad. De esta irrealidad del mundo poético, nacen
consecuencias muy importantes para la técnica artística ya que, mucho de lo que
siendo real, no podría procurar placer alguno, puede procurarlo como juego de
la fantasía, y muchas emociones penosas en sí mismas, pueden convertirse en una
fuente de placer, para el auditorio del poeta. Sin duda es el acto poético,
mágico en las palabras de Jody que nos evocan esa alquimia de la sublimación
alquímica cuando nos introduce en su mundo de Espejo de verdes, En los ojos las ramas, que figuran ventanas: Aunque succione todas la lágrimas del cielo,
/Siempre seguirá lloviendo.
¿Cómo
consigue un poeta despertar con su creación el placer estético en su auditorio?,
es su más íntimo secreto, singular en cada poeta, marcando allí, el rasgo de su
estilo. La pintora de la vida, nuestra poeta nos habla de mariposas: Hoy tengo
miles y miles/ de mariposas en el corazón,/(hogar de quien sabe/cuantos
animales)/pero hoy,/tu voz de primavera/trajo mariposas a/posar en mi interior.
Nos
enseña Lacan, que con la ayuda de lo que se llama la escritura poética,
podremos tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica, ya
que el sentido tapona. En vez de volverse un Río: apuesto que si sigo /el rio me desembocará en mejores días. Un
río, una risa, una sonrisa, verde como el agua clara se sublima, se trasmuta en
algo que destapa, que arrasa que desboca y lleva consigo el poder de la vida
misma, el poder de alquímico de la trasformación, en sí un re-nacer[4].
Lacan,
nos dice que debemos orientarnos por algo del orden de la poesía para
intervenir como psicoanalistas. La metáfora y la metonimia, no tienen alcance
para la interpretación, sino en tanto son capaces de hacer función de otra cosa
para lo cual se unen estrechamente el sonido y el sentido[5].
Es en tanto que una interpretación justa extingue un síntoma, que la verdad se
especifica por ser poética. No es del lado de la lógica articulada que hay que
sentir el alcance de nuestro decir, y lo primero, sería extinguir la noción de
“lo bello”.
Un
escritor, es algo extraño. Es una contradicción, y también un sinsentido.
Escribir, también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor
es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho, porque es
imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo, de un
libro que se está escribiendo. Jody García, la poeta de la vida, del paisaje de
los miles de colores en verde es un libro que aun se está escribiendo y que
vuela en su voz y se trasforma como una mariposa en su escritura: tu voz de primavera /trajo mariposas a
/posar en mi interior. Implica hacer cuerpo la letra, tal como dice Miguel
Oscar Menassa: cuando todo está
destruido, la posibilidad es poética. Verde que te quiero verde… siento-te
verde, pienso-te verde, quiero-te verde.
Carlos Seijas
Portada
[1] El símbolo del El León conquistador de Judá cuenta con tres colores:
Verde, Amarillo y Rojo, mismos clores que la bandera de Etiopía.
[2] Los rastafaris creen que ellos, y el resto de la raza negra, son
descendientes de los antiguos israelitas. La suya es una religión abrahámica
fuertemente sincrética. Según cuenta el libro Kebra Nagast, en el siglo X antes
de Cristo, Etiopía fue fundada por Menelik I, hijo de Salomón y la reina de
Saba. El movimiento rastafari es un movimiento socio-cultural y religioso que
considera al emperador de Etiopía Haile Selassie I, antes llamado el Príncipe
Ras Tafari (en Amharico), la asunción de Cristo en su carácter de Dios como
rey, a Marcus Garvey como la encarnación de Cristo en su carácter de Dios como
profeta y al príncipe Emmanuel Charles Edwards como la reencarnación de Cristo
en su carácter de Dios como Sumo Sacerdote, conformando de esta forma una Santa
Trinidad.
[3] Sublimación significa hacer más sublime, elevado o perfecto. Como
ejemplo, cuando decimos que tal o cual personaje “ha sido elevado a determinada
dignidad”, no queremos decir que se le ha situado en un piso más alto del
edificio, sino que su función es más importante, de mayor responsabilidad o más
representativa.
[4] Hermes dice que es aquí donde comienza nuestro arte: “quod ex corvo nascitur, hujus artis est
principium” (Lo que nace del cuervo, es el comienzo de este arte).
Considerar que es por la separación del humo negro, sucio y hediondo del negro
muy negro, que se forma nuestra piedra astral, blanca y resplandeciente que
contiene en sus venas la sangre del pelícano; es con esta primera purificación
de la Piedra y con esta blancura reluciente que termina la primera Llave de la primera obra…”
[5] Antonio di Benedetto, psicoanalista italiano, señala que el artista se
encuentra a medio camino entre la subjetividad, esa profundidad a la que la
conciencia no alcanza, y el sentido de realidad. La obra de arte emerge,
entonces, como una especie de "terzo orecchio", tercer oído que
actuando como puente, como lenguaje sin palabras, facilita una aprehensiòn
intuitiva, espontánea, no mediatizada por la intelectualidad discursiva, de
alguna significación inserta en las formas.
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